Antes de conocerte, no era nadie.
Vivía por vivir, sin metas ni objetivos profundos, creyendo que lo que hacía no tendría nunca consecuencias.
Entonces vivir era rutinario, lineal y sosegado.
Muchas veces me planteé compartir mi vida con alguien. Acabé por comprarme una mascota.
Ascender en el trabajo significaba más responsabilidad, nunca oportunidad.
Viajar me producía hastío; ir al cine, insulso; pasear, aburrido.
El cielo era un gran telón oscuro que me escondía del resto del universo.
Y de repente, tú.
Tu muerte me hizo comprender que todo en esta vida es relativo, es banal, es destino. Todo en esta vida es causa y consecuencia, significado y significante, crear y destruir.
Todo en esta vida es susceptible de cambiar.
Después de conocerte, el resto era nadie.
Vivía por querer vivir, quería quererte, creyendo que hacerlo no tendría jamás consecuencias.
Entonces quererte era espontáneo, pasional y excitante.
Muchas veces me planteé compartir mi vida contigo. Acabamos por comprarnos un perro.
Ascender en el trabajo implicaba un reconocimiento, siempre un éxito.
Viajar contigo se volvía una aventura; ir al cine, íntimo; pasear, romántico.
El cielo era un gran telón brillante donde nos escondíamos del resto del universo.
Y de repente, tú.
Tu muerte me hizo comprender que todo en esta vida es absoluto, es crucial, es destino.
Todo en esta vida es realidad y ficción, signo y designio, amar y desengañarse.
Todo en esta vida es susceptible de morir.
V.LaterMan
jueves, 24 de noviembre de 2011
miércoles, 12 de enero de 2011
Silencio
En aquí
me detengo
buscando
en la palabra
la respuesta
que falta
a la pregunta
que no alcanza
a llegar.
-Descubro-
el silencio
cuando mi boca
en el espejo
no refleja
su sonrisa.
¿Tristeza o acaso indiferencia?
Ayer y hoy,
los ojos tan secos de no llorarlos,
como los goznes de una puerta
a la que no llaman
se oxidan
¡Qué vida tan seca!
¡Tan silenciosa la ausencia de sonrisas!
¡de actos reflejos en el espejo!
La pregunta,
como la garra en el tigre
y el espolón en el gallo,
es, sólo, parte
de mi incertidumbre.
Así lo es la respuesta:
Tan oxidada de no ofrecerse.
Mama,
decía que fuese honesto.
Cuando se enojaba,
gritaba,
que no mintiese.
Sería todo lo mismo,
sí,
si fuésemos sordos.
Los sordos de palabra
no entienden
los mecanismos del sentimiento.
Yo
el silencio lo siento
más hondo que el grito,
porque el silencio acalla
el grito.
El grito atrae a
el grito.
Súmamelos
y será
ruido. Sin embargo,
¡Cuánto ruido tiene el silencio!
No me gusta el silencio
que se cotiza hoy en día,
tan vacío de ruido,
tan contenido
en su intento
de ser
silencio.
Ahora,
entiendo por qué me asustaban
los cementerios
-tanto asustado que dolía,
los pelos como agujas-;
Y por qué,
hoy,
cuando el mundo grita
me refugio con un cigarro
entre lápidas,
onusto de espanto.
El silencio
-no lo puedo medir-
de la palabra es
tan tangible
en lo seco de mis ojos
que no cabe
sonrisa.
Displicente.
Sarcástica.
Irónica.
Cínica.
Sincera
siquiera.
Papa,
no hablaba;
Tampoco estaba silencioso.
Actuaba,
buscando en la acción
acallar tanto grito.
Papa era inteligente,
de esos que son
Inteligentes de la verdad.
De raíz cuadrada y
de latín;
Sí, pero
de los de experiencia y
de esfuerzo.
De los de vida
por encima del todo.
Si algún día creciese
me gustaría ser padre,
y madre. Me gustaría
una mezcla de ambos:
Un Ma-Pa-ché
sería
con mucho gusto,
agradecido,
para llegar a aceptar
que el grito,
en algunas ocasiones,
llega antes que
el silencio,
y que
no tiene nada de malo.
-la maldad está subestimada-
Pero eso es experiencia,
pero eso es honestidad.
Pero es papa,
pero es mama.
Y
hoy por hoy
está fuera de mi alcance.
Hoy por hoy.
Soy.
-el de los ojos secos-
El que encontró
en el espejo el silencio
que le faltaba.
9-10-01-2011
VNP
me detengo
buscando
en la palabra
la respuesta
que falta
a la pregunta
que no alcanza
a llegar.
-Descubro-
el silencio
cuando mi boca
en el espejo
no refleja
su sonrisa.
¿Tristeza o acaso indiferencia?
Ayer y hoy,
los ojos tan secos de no llorarlos,
como los goznes de una puerta
a la que no llaman
se oxidan
¡Qué vida tan seca!
¡Tan silenciosa la ausencia de sonrisas!
¡de actos reflejos en el espejo!
La pregunta,
como la garra en el tigre
y el espolón en el gallo,
es, sólo, parte
de mi incertidumbre.
Así lo es la respuesta:
Tan oxidada de no ofrecerse.
Mama,
decía que fuese honesto.
Cuando se enojaba,
gritaba,
que no mintiese.
Sería todo lo mismo,
sí,
si fuésemos sordos.
Los sordos de palabra
no entienden
los mecanismos del sentimiento.
Yo
el silencio lo siento
más hondo que el grito,
porque el silencio acalla
el grito.
El grito atrae a
el grito.
Súmamelos
y será
ruido. Sin embargo,
¡Cuánto ruido tiene el silencio!
No me gusta el silencio
que se cotiza hoy en día,
tan vacío de ruido,
tan contenido
en su intento
de ser
silencio.
Ahora,
entiendo por qué me asustaban
los cementerios
-tanto asustado que dolía,
los pelos como agujas-;
Y por qué,
hoy,
cuando el mundo grita
me refugio con un cigarro
entre lápidas,
onusto de espanto.
El silencio
-no lo puedo medir-
de la palabra es
tan tangible
en lo seco de mis ojos
que no cabe
sonrisa.
Displicente.
Sarcástica.
Irónica.
Cínica.
Sincera
siquiera.
Papa,
no hablaba;
Tampoco estaba silencioso.
Actuaba,
buscando en la acción
acallar tanto grito.
Papa era inteligente,
de esos que son
Inteligentes de la verdad.
De raíz cuadrada y
de latín;
Sí, pero
de los de experiencia y
de esfuerzo.
De los de vida
por encima del todo.
Si algún día creciese
me gustaría ser padre,
y madre. Me gustaría
una mezcla de ambos:
Un Ma-Pa-ché
sería
con mucho gusto,
agradecido,
para llegar a aceptar
que el grito,
en algunas ocasiones,
llega antes que
el silencio,
y que
no tiene nada de malo.
-la maldad está subestimada-
Pero eso es experiencia,
pero eso es honestidad.
Pero es papa,
pero es mama.
Y
hoy por hoy
está fuera de mi alcance.
Hoy por hoy.
Soy.
-el de los ojos secos-
El que encontró
en el espejo el silencio
que le faltaba.
9-10-01-2011
VNP
viernes, 10 de diciembre de 2010
Estoy esperando a que llegues de trabajar. Me da la sensación de que últimamente no hago otra cosa que esperar.
Esperar que no llueva,
esperar que me aprueben,
esperarte despierto a las tantas de la noche.
Espero que la gente cambie de opinion,
espero que la gente me escuche cuando hablo,
espero que sepan guardar un secreto,
espero no tener que guardarlos yo y aprender a no tener secretos.
Pero me he cansado de ver la lluvia caer, de trabajar como un cerdo, de aceptar opiniones que no son aceptables.
Estoy hasta las narices de gritar porque no se me escucha y de tener que tragarme la verdad por el miedo a herir a la gente. A mi gente.
No me gusta mentir, no me gusta gritar ni fingir que todo anda bien.
Porque no es así.
Porque yo no soy así.
Porque la vida es muy corta como para ir con chorradas.
Mentir no sirve de nada y tarde o temprano la verdad sale a relucir sin miramientos, jodidamente clara.
Pero te espero una vez más en la cama despierto.
Fumo y escribo como un poseso, intentando con ello psicoanalizarme, llegar a una conclusión sobre los desastres de mi vida. que profundo suena pero que poco importa. Para rellenar que se dice. Y que malo que soy en esto.
Y es ahora también, cuando todo está en calma, que soy más sincero conmigo mísmo. Quiero la verdad, pues ahí van dos tazas. Que uno es paciente, pero no gilipollas. Porque nadie como uno mísmo para sacarse los colores.
Te quiero esperar despierto pero se me cierran los ojos. Es tumbarse en la cama y quedarme en estado vegetativo.
La saliva en la comisura de los sueños.
Otras veces me tumbo y me pongo cachondo. Pero me hago viejo, de un Viejo que no me aguanto y lo primero suele ganar a lo segundo. No pienso mentir más, si soy Viejo, pues de esos que joden. De los que dicen las verdades como templos y estan de mala uva per sempre. Por que no hay nada como un buen par de arrugas para envalentonarse.
Quiero despertarme mañana con los deberes hechos. Y mi primera tarea es no esperar. Asique me voy a dormir.
Esperar que no llueva,
esperar que me aprueben,
esperarte despierto a las tantas de la noche.
Espero que la gente cambie de opinion,
espero que la gente me escuche cuando hablo,
espero que sepan guardar un secreto,
espero no tener que guardarlos yo y aprender a no tener secretos.
Pero me he cansado de ver la lluvia caer, de trabajar como un cerdo, de aceptar opiniones que no son aceptables.
Estoy hasta las narices de gritar porque no se me escucha y de tener que tragarme la verdad por el miedo a herir a la gente. A mi gente.
No me gusta mentir, no me gusta gritar ni fingir que todo anda bien.
Porque no es así.
Porque yo no soy así.
Porque la vida es muy corta como para ir con chorradas.
Mentir no sirve de nada y tarde o temprano la verdad sale a relucir sin miramientos, jodidamente clara.
Pero te espero una vez más en la cama despierto.
Fumo y escribo como un poseso, intentando con ello psicoanalizarme, llegar a una conclusión sobre los desastres de mi vida. que profundo suena pero que poco importa. Para rellenar que se dice. Y que malo que soy en esto.
Y es ahora también, cuando todo está en calma, que soy más sincero conmigo mísmo. Quiero la verdad, pues ahí van dos tazas. Que uno es paciente, pero no gilipollas. Porque nadie como uno mísmo para sacarse los colores.
Te quiero esperar despierto pero se me cierran los ojos. Es tumbarse en la cama y quedarme en estado vegetativo.
La saliva en la comisura de los sueños.
Otras veces me tumbo y me pongo cachondo. Pero me hago viejo, de un Viejo que no me aguanto y lo primero suele ganar a lo segundo. No pienso mentir más, si soy Viejo, pues de esos que joden. De los que dicen las verdades como templos y estan de mala uva per sempre. Por que no hay nada como un buen par de arrugas para envalentonarse.
Quiero despertarme mañana con los deberes hechos. Y mi primera tarea es no esperar. Asique me voy a dormir.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Holanda es fría y húmeda pero aquí dentro se amenece despacio.
De noche no hay ruido, porque no hay coches, si acaso dos o tres aparcados bastantes distantes unos de otros.
Hay un parque en frente de casa, arrinconado entre edificios, un parque de hierba y cuatro árboles, uno por esquina. En el medio se alza una larga hilera de cuadros coloridos e infantiles. Pero el parque está cercado con una larga y alta vaya de madera. Cómo se puede disfrutar de una parque arrinconado?
He llegado a la conclusión de que los holandeses son un poco contemplativos.
será lo verde que sale de sus chimeneas; será quizás el ejército de bicicletas que los preceden o los kilómetros de aguas verdes y acanaladas.
Será todo esto por que son contempativos? Lo cierto esque no lo sé ni me importa, pero estoy empezando a mancharme de sus costumbres.
No puedo parar de contemplarte, como si fueras una estatua en el parque. Será que Holanda me gusta más cuando tu estás en ella. o que me gustas más ahora que estoy en Holanda. Será que te quiero o lo azul de tus pupilas. Pero te quiero.
De noche no hay ruido, porque no hay coches, si acaso dos o tres aparcados bastantes distantes unos de otros.
Hay un parque en frente de casa, arrinconado entre edificios, un parque de hierba y cuatro árboles, uno por esquina. En el medio se alza una larga hilera de cuadros coloridos e infantiles. Pero el parque está cercado con una larga y alta vaya de madera. Cómo se puede disfrutar de una parque arrinconado?
He llegado a la conclusión de que los holandeses son un poco contemplativos.
será lo verde que sale de sus chimeneas; será quizás el ejército de bicicletas que los preceden o los kilómetros de aguas verdes y acanaladas.
Será todo esto por que son contempativos? Lo cierto esque no lo sé ni me importa, pero estoy empezando a mancharme de sus costumbres.
No puedo parar de contemplarte, como si fueras una estatua en el parque. Será que Holanda me gusta más cuando tu estás en ella. o que me gustas más ahora que estoy en Holanda. Será que te quiero o lo azul de tus pupilas. Pero te quiero.
jueves, 2 de diciembre de 2010
YO
Yo
Ahora que no estoy te lo contaré todo.
Yo era feliz cuando corría desnudo por la orilla, la cola colgando, la lengua de trapo.
Yo leía los dibujos de los libros con los ojos desorbitados.
Yo tiraba de la falda de mi abuela.
Yo reía cuando veía a mi abuelo sonreír.
Yo temblaba cuando te besé por primera vez.
Yo aprendí que quererte no era fácil y que querer dolía y cegaba a partes iguales.
Te diré que no te echo de menos a todas horas.
Te diré que el vino ya no corre de mi cuenta.
Te diré que yo no era el que tú llamabas a gritos en la cama.
Te diré que yo nunca fui el que tú llamabas a gritos en la cama.
Y sin embargo te quise.
Por tus medias rasgadas y tus hombros hundidos.
Por tu manía de conjuntar la ropa con el tono de los días.
Por colocar las tazas del revés sobre el fregadero.
Por ordenar cronológicamente los vinilos de antaño y los antaños en álbumes.
Era feliz cuando mis labios conservaban tu olor de por las mañanas, a recién dormida.
Cuando fumabas desnuda sobre la encimera un cigarro con dos dedos.
Te quise por el simple hecho de existir.
Ha llovido mucho y el agua, constante y rotunda se lo lleva todo despacio y sin hacer ruido.
Por eso quiero contarte cómo era entonces mi mundo.
Mi mundo de las fotografías en papel, de las cartas a mano y los primeros walkman.
Para que no se olvide. Para que nunca se olvide. Para que se sepa de dónde vinimos, dónde comenzamos a vivir de verdad. Si acaso toda mi vida es un comienzo, que se sepa que alguna vez viví siendo consciente de la vida y no de la muerte ¿Lo entiendes? Y si debo añadir algo para que lo comprendas,
di que viví.
VLM
Ahora que no estoy te lo contaré todo.
Yo era feliz cuando corría desnudo por la orilla, la cola colgando, la lengua de trapo.
Yo leía los dibujos de los libros con los ojos desorbitados.
Yo tiraba de la falda de mi abuela.
Yo reía cuando veía a mi abuelo sonreír.
Yo temblaba cuando te besé por primera vez.
Yo aprendí que quererte no era fácil y que querer dolía y cegaba a partes iguales.
Te diré que no te echo de menos a todas horas.
Te diré que el vino ya no corre de mi cuenta.
Te diré que yo no era el que tú llamabas a gritos en la cama.
Te diré que yo nunca fui el que tú llamabas a gritos en la cama.
Y sin embargo te quise.
Por tus medias rasgadas y tus hombros hundidos.
Por tu manía de conjuntar la ropa con el tono de los días.
Por colocar las tazas del revés sobre el fregadero.
Por ordenar cronológicamente los vinilos de antaño y los antaños en álbumes.
Era feliz cuando mis labios conservaban tu olor de por las mañanas, a recién dormida.
Cuando fumabas desnuda sobre la encimera un cigarro con dos dedos.
Te quise por el simple hecho de existir.
Ha llovido mucho y el agua, constante y rotunda se lo lleva todo despacio y sin hacer ruido.
Por eso quiero contarte cómo era entonces mi mundo.
Mi mundo de las fotografías en papel, de las cartas a mano y los primeros walkman.
Para que no se olvide. Para que nunca se olvide. Para que se sepa de dónde vinimos, dónde comenzamos a vivir de verdad. Si acaso toda mi vida es un comienzo, que se sepa que alguna vez viví siendo consciente de la vida y no de la muerte ¿Lo entiendes? Y si debo añadir algo para que lo comprendas,
di que viví.
VLM
jueves, 18 de noviembre de 2010
Nadie
Toda una vida para darte lo que quiero. Y sin embargo te vas, te has ido, te fuiste. Bueno, el tiempo pasa. Ahora es distinto y el cigarro se ahoga en el cenicero y el té se enfría en la taza.
Hace un minuto esa nube no estaba ahí y tampoco esa mancha en la camisa, pero debo adaptarme. Y mi hermana me mete prisa y el té sigue caliente. Nos llevamos unos, varios, muchos años todavía, y es ella quién me los quita cuando sonríe de esa forma tan suya, tan torcida e inocente. Sí, lo sé, son dos conceptos difíciles de mezclar, pero la inocencia siempre se tuerce. Tarde o temprano.
Otra vez el tiempo que no cesa, que no espera.
¿El tiempo envejece o madura?
No sé nada.
Y tú lo sabes todo, hasta que yo no sé.
Gira, cuchara, gira, aspira niño el humo de mi cigarro, algún día morirás igual que yo, y ella no me habrá dado tiempo para nada.
En Sarajevo ya no se caen los tejados por las bombas, pero ella me contó que cuando paseas por sus calles te duelen sus tejas, tan retorcidas de no saber a quién pertenecen.
Y es que el tiempo sigue oxidando el hierro en las metrallas de Sarajevo.
Como lo hace aquí.
Como lo hace en todas partes.
Ahora tomo el té sin azúcar y es tu culpa, por haberme embestido con tu comida saludable y pausada los domingos por la tarde. Vocifero a la televisión por tanta patraña y pulso el botón del mando tan fuerte como si así pudiera matarla.
Yo solo quiero mi té y mi cigarro de las mañanas.
El bourbon de ayer se ha colado en mi cabeza y mis tripas se quejan. Y la insatisfacción de no poder amarte ni escribiendo, me dilata el estómago. A mí, que me gustaba esconderme en los cafés con un libro en las manos, hoy ni libros ni anonimato en los bares, porque algo de mí se ha perdido en tus ojos y no quieres devolvérmelo. Desnúdame por dentro de la ropa y busca la pieza que falta. Lleva tu nombre escrita.
Mientras tanto te cuento que ayer no paraba de repetir una y otra vez al teléfono:
Just say love
Just say love
Just say...
Y Nadie contestó y me dijo que tú no estabas y que ahora yo era Nadie para ti.
Cómo duele ser Nadie.
Por eso me di al bourbon con fervor y parsimonia, sabiendo que tenía todas las noches para olvidarte.
Podría contar el paso del tiempo con las caladas de un cigarro, pero se quedaría corto. Podría hacerlo con los sorbos de té. Y aun sería corto. Podría repetir tu nombre, pero de nada valdría si tú no me escuchas. Así que a la mierda el tiempo y sus tejas oxidadas y tus comidas verdes y bajas en azúcar.
Solo quiero dormir tanto como la vida me deje y como mi hermana me permita.
Y su agonía de tacones. Y su estruendo de pulseras.
Tanto la quiero que la aborrezco a veces. Con consistencia.
Yo sólo pedía tiempo para amarte y que me dejaras mañana alisar las arrugas de tu rostro para encontrarte. Necesito todo el aire del mundo cuando me mareo. Y ahora necesito aire, pero solo tengo tiempo. Tiempo para entender que no me quieres y que tampoco lo harás mañana. Porque tú no estirarás mis arrugas para encontrarme.
Como haría yo.
Como se hace en todas partes.
Qué manera más tonta de desperdiciar el té.
Hace un minuto esa nube no estaba ahí y tampoco esa mancha en la camisa, pero debo adaptarme. Y mi hermana me mete prisa y el té sigue caliente. Nos llevamos unos, varios, muchos años todavía, y es ella quién me los quita cuando sonríe de esa forma tan suya, tan torcida e inocente. Sí, lo sé, son dos conceptos difíciles de mezclar, pero la inocencia siempre se tuerce. Tarde o temprano.
Otra vez el tiempo que no cesa, que no espera.
¿El tiempo envejece o madura?
No sé nada.
Y tú lo sabes todo, hasta que yo no sé.
Gira, cuchara, gira, aspira niño el humo de mi cigarro, algún día morirás igual que yo, y ella no me habrá dado tiempo para nada.
En Sarajevo ya no se caen los tejados por las bombas, pero ella me contó que cuando paseas por sus calles te duelen sus tejas, tan retorcidas de no saber a quién pertenecen.
Y es que el tiempo sigue oxidando el hierro en las metrallas de Sarajevo.
Como lo hace aquí.
Como lo hace en todas partes.
Ahora tomo el té sin azúcar y es tu culpa, por haberme embestido con tu comida saludable y pausada los domingos por la tarde. Vocifero a la televisión por tanta patraña y pulso el botón del mando tan fuerte como si así pudiera matarla.
Yo solo quiero mi té y mi cigarro de las mañanas.
El bourbon de ayer se ha colado en mi cabeza y mis tripas se quejan. Y la insatisfacción de no poder amarte ni escribiendo, me dilata el estómago. A mí, que me gustaba esconderme en los cafés con un libro en las manos, hoy ni libros ni anonimato en los bares, porque algo de mí se ha perdido en tus ojos y no quieres devolvérmelo. Desnúdame por dentro de la ropa y busca la pieza que falta. Lleva tu nombre escrita.
Mientras tanto te cuento que ayer no paraba de repetir una y otra vez al teléfono:
Just say love
Just say love
Just say...
Y Nadie contestó y me dijo que tú no estabas y que ahora yo era Nadie para ti.
Cómo duele ser Nadie.
Por eso me di al bourbon con fervor y parsimonia, sabiendo que tenía todas las noches para olvidarte.
Podría contar el paso del tiempo con las caladas de un cigarro, pero se quedaría corto. Podría hacerlo con los sorbos de té. Y aun sería corto. Podría repetir tu nombre, pero de nada valdría si tú no me escuchas. Así que a la mierda el tiempo y sus tejas oxidadas y tus comidas verdes y bajas en azúcar.
Solo quiero dormir tanto como la vida me deje y como mi hermana me permita.
Y su agonía de tacones. Y su estruendo de pulseras.
Tanto la quiero que la aborrezco a veces. Con consistencia.
Yo sólo pedía tiempo para amarte y que me dejaras mañana alisar las arrugas de tu rostro para encontrarte. Necesito todo el aire del mundo cuando me mareo. Y ahora necesito aire, pero solo tengo tiempo. Tiempo para entender que no me quieres y que tampoco lo harás mañana. Porque tú no estirarás mis arrugas para encontrarme.
Como haría yo.
Como se hace en todas partes.
Qué manera más tonta de desperdiciar el té.
viernes, 12 de noviembre de 2010
Poco Hombre Poco
Poco Hombre Poco
El té se acabó
y su sabor amargo
prevalece
en la punta de mi lengua,
en lo oscuro de mi garganta
Mis pulmones
consumieron
todo el tabaco posible
y hoy me siento más pesado,
el aire más denso.
Te estuve esperando con los ojos rojos,
las manos impacientes y los pies fríos.
Dónde estabas,
no lo sé,
pero una lluvía fina
caló los huesos y el alma
de este poco hombre poco.
No pude alejarme de la pantalla
y lo mortecino de su luz
cegó mi ilusión y quebró mi sueño.
Es difícil
dormir,
vivir,
amar sin tí.
Es duro no verterme junto a ti
y no estás
en el reflejo del espejo,
en esa foto,
junto a mi almohada,
desnudo de todo,
vacio de todo.
Qué quieres que te diga
si la costumbre de tus manos
ya no acaricia mi cuerpo.
No estoy para nadie,
ni el cielo
ni el té
ni el tabaco
están para mí tampoco.
Te busco en mis recuerdos
y tu rostro y tus manos y el cielo en tus ojos
se difuminan y no te veo.
Cuando mi voz de barro
emitió un desconche
supe
que era tarde para lamer
mis heridas y escapar
de todo, porque todo
lo mío eras tú
pero
tú no eras todo lo mío.
Y no pude olvidarte
y me repito
como un autómata
en un cuerpo de venas y sangre oxidada,
just say love.
Just say love
just say it
just love.
El té se acabó
y su sabor amargo
prevalece
en la punta de mi lengua,
en lo oscuro de mi garganta
Mis pulmones
consumieron
todo el tabaco posible
y hoy me siento más pesado,
el aire más denso.
Te estuve esperando con los ojos rojos,
las manos impacientes y los pies fríos.
Dónde estabas,
no lo sé,
pero una lluvía fina
caló los huesos y el alma
de este poco hombre poco.
No pude alejarme de la pantalla
y lo mortecino de su luz
cegó mi ilusión y quebró mi sueño.
Es difícil
dormir,
vivir,
amar sin tí.
Es duro no verterme junto a ti
y no estás
en el reflejo del espejo,
en esa foto,
junto a mi almohada,
desnudo de todo,
vacio de todo.
Qué quieres que te diga
si la costumbre de tus manos
ya no acaricia mi cuerpo.
No estoy para nadie,
ni el cielo
ni el té
ni el tabaco
están para mí tampoco.
Te busco en mis recuerdos
y tu rostro y tus manos y el cielo en tus ojos
se difuminan y no te veo.
Cuando mi voz de barro
emitió un desconche
supe
que era tarde para lamer
mis heridas y escapar
de todo, porque todo
lo mío eras tú
pero
tú no eras todo lo mío.
Y no pude olvidarte
y me repito
como un autómata
en un cuerpo de venas y sangre oxidada,
just say love.
Just say love
just say it
just love.
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